El progreso tecnológico ha cambiado rápida y radicalmente la naturaleza de la formación, privándola de una serie de propiedades útiles.
Durante miles de años, las personas han realizado ejercicios con el peso corporal para desarrollar fuerza y resistencia. El arte y la filosofía de la formación se han transmitido de generación en generación. La técnica de entrenamiento se ha ido perfeccionando a lo largo de los siglos, y al final, solo quedaron las mejores técnicas para el desarrollo efectivo y armonioso de la fuerza física, la resistencia y la belleza. El entrenamiento ayudó al atleta a fortalecerse y revelar su potencial físico, no solo fuerza, sino también destreza y poder. Esto es exactamente lo que yo llamo la gimnasia de la vieja escuela.
Con la llegada de las pesas y los equipos de ejercicio, el arte invaluable de la gimnasia se ha vuelto innecesario en el mundo moderno. Los dispositivos y técnicas de nueva moda reemplazaron gradualmente el arte antiguo y probado en el tiempo en un segundo plano. Sólo unos pocos ejercicios practicados por los llamados «expertos», como flexiones, sentadillas profundas, etc., «sobrevivieron», a veces se les añadían ejercicios absolutamente inútiles como torcer. Los ejercicios de gimnasia se han convertido en un atributo de los programas escolares y los calentamientos. Este enfoque se denomina la nueva escuela de gimnasia, que es fundamentalmente diferente de la anterior, donde los principios básicos del entrenamiento se basan en el desarrollo constante y gradual de la fuerza y la resistencia.
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El papel de las prisiones en la preservación de los principios de la vieja escuela
Sin embargo, hay un lugar en la tierra donde las tradiciones de la gimnasia son apreciadas como la niña de los ojos: esta es una prisión.
La razón es obvia. Los cambios dramáticos en la metodología de entrenamiento destruyeron la vieja escuela de gimnasia en casi todo, excepto en las prisiones. Quizás el enfoque moderno de la formación llegue tarde o temprano a las cárceles, pero no ahora. Las barras y mancuernas se hicieron increíblemente populares en todo el mundo en las décadas de 1950 y 1960, pero solo los pesos primitivos eran comunes en las prisiones hasta finales de la década de 1970. Los simuladores «vitales», sin los cuales ni un solo gimnasio lo hizo en la década de 1970, todavía están ausentes en las cárceles.
Como resultado, la prisión se ha convertido en un coto de las técnicas de entrenamiento de peso corporal más valiosas, protegiéndolas de la modernización destructiva. Las metodologías modernas y el dinero asociado con la implantación de tecnologías artificiales han pasado por alto las cárceles, convirtiéndolas en un «oasis» único de prácticas antiguas. En los siglos XVIII y XIX, los gimnastas, acróbatas y hombres fuertes transmitieron el conocimiento sobre el verdadero arte de la gimnasia a sus compañeros de celda; fueron ellos quienes dominaron a fondo esta técnica. Y este conocimiento siempre ha valido su peso en oro en una prisión donde no había equipo, excepto el piso y las barras de hierro del techo. La fuerza y la inteligencia eran dos cualidades necesarias para sobrevivir en las cárceles de aquellos tiempos.
La vida en prisión hoy no es azúcar, y hace un siglo las cosas eran aún peores. Las palizas y el acoso estaban a la orden del día, y los reclusos se mutilaban unos a otros para divertirse. Por lo tanto, aquellos que se entrenaron en la celda persiguieron un objetivo práctico: sobrevivir. Y en este sentido, los prisioneros eran un poco diferentes de los espartanos: para mantenerse con vida, practicaban gimnasia tradicional.